Dengue

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El dengue es la enfermedad viral transmitida por mosquito que se extiende a mayor velocidad en el mundo. Su incidencia se ha multiplicado por 30 en los últimos 50 años, presentado además una importante expansión geográfica hacia nuevos países. Entre 50 y 100 millones de casos de infección por dengue son registrados anualmente y, según la Organización Mundial de Salud, alrededor de 2,5 billones de personas viven en países endémicos y, por tanto, tienen riesgo de contraer la enfermedad.

El virus dengue es un pequeño virus con ARN de cadena sencilla que incluye cuatro serotipos diferentes: DEN-1, DEN-2, DEN-3 y DEN-4. Estos serotipos, antigénicamente distintos aunque muy estrechamente relacionados entre sí, pertenecen al género Flavivirusy son responsables del dengue (DF) como de la fiebre hemorrágica por dengue (DHF).

El dengue se transmite al ser humano por la picadura de mosquitos Aedes infectados, los cuales adquieren el virus mientras se alimentan de la sangre de una persona infectada. El dengue, por tanto, no se transmite entre humanos. Ante todo, DF y DHF son enfermedades de áreas tropicales y subtropicales como son el Sureste de Asia y China, África, India, Oriente Medio, Caribe, Latinoamérica, Australia y el sur y centro del Pacífico.

Características clínicas: Las infecciones por dengue provocan un rango de afecciones clínicas que van desde el síndrome vírico inespecífico hasta la enfermedad hemorrágica grave que puede ser mortal. Las infecciones sintomáticas del virus dengue han sido agrupadas en tres categorías: fiebre indiferenciada, fiebre del dengue (DF) y fiebre hemorrágica por dengue (DHF). Las manifestaciones clínicas de DF incluyen erupción, fiebre repentina, escalofríos, dolores de cabeza severos, dolor retroorbital, fuertes dolores en músculos y articulaciones, nauseas y mialgias. La DHF presenta todos los síntomas de DF, además de notables daños en la sangre y en los vasos linfáticos y sangrado nasal, de las encías o subcutáneo. Estas afecciones pueden derivar en una enfermedad grave y producir shocks, pérdida de plasma con o sin hemorragia. Un importante factor de riesgo para contraer DHF es la cepa del virus que produce la infección, así como la edad y especialmente la historia de infecciones previas por dengue del paciente.

Diagnóstico: El diagnóstico de la infección aguda por el virus dengue puede realizarse aislando el virus o detectando del genoma viral o el antígeno. Serológicamente, una infección primaria por el virus dengue produce niveles detectables de anticuerpos IgM hacia el tercer día de infección después de la fiebre. Estos anticuerpos IgM persisten durante 1–2 meses tras la infección. Los anticuerpos IgG son detectados aproximadamente 14 días tras el comienzo de la infección primaria. Las infecciones secundarias con el virus dengue se caracterizan por un rápido incremento de los niveles de anticuerpos IgG.
Debido al incremento relativamente tardío de los niveles de anticuerpos hasta una concentración detectable para el diagnostico, un resultado negativo en la detección temprana de anticuerpos no es considera definitivo. Para excluir la posibilidad de una infección aguda por virus dengue, las muestras deben ser recogidas, al menos, 7 días después del comienzo de los síntomas.

Tratamiento: El dengue presenta un amplio rango de presentaciones clínicas, incluyendo manifestaciones leves y severas, y normalmente con evolución clínica y resultado impredecible. Aunque la mayoría de los pacientes se recuperar a las dos semanas de sufrir un cuadro clínico leve y autolimitado, existe una pequeña proporción de pacientes que evolucionan a un estado severo de la enfermedad. La rehidratación intravenosa suele ser la mejor terapia en estos casos. Esta intervención puede reducir el índice de mortalidad a menos del 1% de los casos severos. Los pacientes que evolucionan de enfermedad leve a grave son difíciles de definir, pero esto es un motivo de preocupación ya que el tratamiento adecuado podría prevenir el desarrollo de mayores complicaciones en estos pacientes.