Francisella tularensis
La tularemia es una enfermedad altamente infecciosa causada por la bacteria Francisella tularensis.
Las infecciones no son contagiosas entre seres humanos y a menudo ocurren como resultado del contacto con animales salvajes infectados, por la ingestión o contacto con agua contaminada, o por picaduras de garrapatas y otros artrópodos que se alimentan de animales salvajes infectados.
La transmisión de aerosoles es otra forma de infección entre seres humanos. La enfermedad se expresa en diferentes formas clínicas, y varía en gravedad dependiendo de la virulencia del organismo, la dosis, y el lugar de inóculo.
La tularemia tiene una amplia distribución geográfica en el hemisferio norte y es más restringida en otros lugares. Los casos humanos de tularemia reportados en EE.UU. fueron mayores durante los años 1930 y 1940, con un promedio de más de 1.000 casos por año. Desde entonces, el promedio anual ha caído por debajo de 200. Sin embargo, su importancia en el pasado como enfermedad en humanos, su consideración actual como arma biológica y varias grandes epidemias ocurridas recientemente han provocado un renovado interés en esta enfermedad.
Características clínicas: En la mayoría de los casos, la tularemia se presenta como una enfermedad ulceroglandular, con presencia de una úlcera en el sitio de inoculación y linfoadenopatía regional. La linfoadenopatía puede tardar tiempo en desaparecer, incluso con tratamiento. Puede haber otras presentaciones de la enfermedad (oculo-glandular y orofaríngea). Ocasionalmente los pacientes con tularemia presentan una enfermedad sistémica febril inespecífica (tularemia tifoidea) sin evidencias de un punto de inoculación. La enfermedad pulmonar puede aparecer de formar natural (tularemia neumónica), pero no es común.
Diagnóstico: El diagnóstico de la tularemia en humanos se apoya en una variedad de pruebas y evaluaciones clínicas fácilmente interpretables por los médicos. Sin embargo, en un pequeño número de casos, el diagnóstico de la tularemia en las etapas tempranas de la enfermedad puede ser difícil debido a los múltiples síndromes clínicos que se presentan.
El diagnóstico de la tularemia mediante cultivo resulta difícil ya que el organismo crece poco en medios de rutina. La baja sensibilidad de los métodos de cultivo, junto con la falta de estandarización de las técnicas de PCR para la identificación directa del patógeno, hace que el ensayo serológico sea la herramienta más usada para el diagnóstico de la tularemia. Los niveles de anticuerpos pueden medirse durante la primera semana tras la infección, a pesar de que usualmente los niveles significativos aparecen a las dos semanas. Se pueden encontrar niveles detectables de anticuerpos frente a F. tularensis durante años.
Tratamiento: La tularemia responde bien a la terapia con antibióticos y la mortalidad de la forma más aguda de la enfermedad se ve reducida significativamente si el paciente recibe los antibióticos adecuados.